Ayer, 8 de marzo, fue un día para recordar. Las mujeres pararon, también muchas en nuestra entidad, para reivindicar sus derechos. Desde la Asociación DACE junto a la Federación Andaluza de Daño Cerebral Adquirido (FANDACE) se hizo una campaña apoyando a las mujeres que sufren un DCA, las mujeres cuidadoras y las mujeres que trabajan diariamente para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. ¡Sin nosotras el movimiento DCA para!
Escrito de Astrid Navarro, educadora social de la Asociación DACE y su Fundación INDACE
De las 420.000 personas con Daño Cerebral Adquirido (DCA) que hay en España, el 52% son mujeres. Las mujeres con DCA se enfrentan a una doble discriminación, conformándose como una de las secuelas sociales de este tipo de discapacidad.
Existe un consenso social que afirma que las mujeres sufren discriminación en el acceso al empleo, equidad de salarios, mayor riesgo de padecer situaciones de violencia y abusos, mayor dificultad en la conciliación familiar y laboral, etc. Pero si a esto le sumamos la discriminación que sufren las personas con discapacidad y en concreto con DCA (prejuicios, estereotipos, dificultad de acceso al empleo, barreras de todo tipo, etc. ) Nos encontramos con una situación de vulnerabilidad aun mayor, así como de una privación de la libertad de competir y participar en condiciones de igualdad.
Las necesidades y demandas de las mujeres con DCA son de todo tipo:
– En el área de la salud: tienen mayor dificultad de acceso a una planificación familiar y asistencia a la reproducción, así como el control personal y la capacidad de decisión de estas mismas cuestiones. Es necesario sensibilizar y formar a los profesionales sanitarios acerca de esta necesidad.
– En relación al problema de la violencia machista: se ha constatado que la confluencia de factores como el género y la discapacidad convierte a las mujeres con discapacidad en un grupo con grave riesgo de sufrir algún tipo de maltrato; las cifras que actualmente se barajan en Europa refieren que aproximadamente un 40% de las mujeres con discapacidad sufre o ha sufrido alguna forma de violencia. Generalmente, las políticas en materia de violencia de género no tienen en cuenta la particularidad de las mujeres con discapacidad.
– En relación al área de cuidados y trabajo doméstico: actualmente esta área sigue estando asociada al papel de la mujer en muchas familias, siendo éstas el motor de la casa y las principales responsables de los cuidados básicos de los miembros de ella. Por todo ello, si ya es duro y difícil el carácter repentino del DCA en cualquier persona, en el caso de las mujeres, el impacto del DCA, supone la interrupción no sólo de los proyectos vitales de la mujer afectada, si no de todas las personas vinculadas a su atención, de su familia, de su hogar, etc. Con la consiguiente desestructuración familiar que ello ocasiona, y por supuesto el componente emocional de la mujer que pueda sentir un nivel mayor de frustración y fracaso.
– Por último destacar la figura del cuidador, o mejor dicho, de la cuidadora, porque actualmente sigue siendo una realidad que la figura de referencia de cuidados de las personas con DCA siguen siendo mayoritariamente mujeres. Son ellas las que interrumpen sus proyectos de vida, sus objetivos, sus necesidades personales, para entregarse en cuerpo y alma al cuidado y atención de su familiar con DCA. Todas ellas merecen un homenaje y todo el apoyo de la sociedad en la que se encuentran, así como la lucha de un familiar de responsabilidades, equitativo y justo. Gracias.
Esta situación de doble vulnerabilidad, en no pocas ocasiones permanece invisible y merece ser mencionada y atendida por las entidades que trabajamos por la integración de mujeres y hombres con DCA y sus familias.
Hoy día 8 de marzo y todos los que sigan, estaremos apoyando a todas las mujeres con DCA para contribuir a la eliminación de la discriminación y el apoyo para seguir adelante.
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