Daño Cerebral Adquirido

+ ¿Qué es un Daño Cerebral Adquirido?

El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión repentina en el cerebro. Se caracteriza por su aparición brusca y por el conjunto variado de secuelas que presenta según el área del cerebro lesionada y la gravedad del daño. Estas secuelas provocan anomalías en la percepción, alteraciones físicas, cognitivas y emocionales.

Causas del Daño Cerebral Adquirido

La principal causa de daño cerebral es el ictus, seguida de los traumatismos craneoencefálicos y enfermedades como las anoxias, los tumores cerebrales o las infecciones. Los ictus, también llamados accidentes cerebrovasculares (ACVs), se producen por la interrupción repentina del flujo sanguíneo en una zona del cerebro. El 44% de las personas que sobreviven a un ictus desarrollan discapacidad grave por el daño resultante.

Cuando el origen de la lesión cerebral es un golpe, hablamos de traumatismo craneoencefálico (TCE). Muchos de los traumatismos craneoencefálicos que causan daño cerebral se producen por un accidente de tráfico. Otras situaciones que pueden provocar un TCE son los accidentes laborales, las caídas o las agresiones físicas.

Según las áreas de rehabilitación que las trabajan, las secuelas del daño cerebral pueden clasificarse en siete grandes áreas: nivel de alerta, control motor, recepción de información, comunicación, cognición, emociones y actividades de la vida diaria.

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Las secuelas del DCA se dividen en 5 grupos

  • Problemas en el nivel de alerta

    Es habitual que tras haber sufrido un TCE o un ACV severo se produzca una pérdida de conciencia o coma. La severidad del coma se mide en todo el mundo con la “escala de coma de Glasgow”. Esta escala valora tres dimensiones de actividad, la capacidad que tiene el sujeto para mantener los ojos abiertos espontáneamente o ante un estímulo, la capacidad de mover un miembro a la orden o por estimulación del mismo y la capacidad para responder verbalmente. El grado de alerta puede variar desde una simple tendencia al sueño hasta una ausencia total de reacción a todo tipo de estímulos. En los casos graves el coma puede durar días o semanas.

    En una minoría de los casos el “despertar” no se produce y la persona evoluciona a un estado en el que se distinguen las fases de sueño y vigilia, pero donde no observamos una capacidad de interacción, ni de conciencia del mundo que le rodea. Esa situación recibe el nombre de estado vegetativo. El mantenimiento de este estado durante al menos seis meses hace que las posibilidades de reversibilidad del mismo sean muy escasas; en esos casos se habla de un estado vegetativo permanente.

  • Problemas en la cognición y la comunicación

    Cognición

    La cognición se refiere a las funciones psíquicas que nos permiten analizar lo que nos rodea. Gracias a ella aprendemos, reflexionamos y tomamos decisiones basadas en un razonamiento. La cognición es la atención, la concentración, la orientación, la memoria… y tiene muchos usos: desde algo sencillo como descifrar un mensaje hasta cosas más complejas como organizar un viaje con tus amigos.

    Comunicación

    La comunicación a través del lenguaje verbal o escrito se ve habitualmente afectada si se producen lesiones en el hemisferio dominante (por lo general, el izquierdo) Pueden surgir dificultades para comprender el lenguaje verbal (afasia de predominio sensitivo) o ser incapaz de leer (alexia) o tener dificultades para emitir un lenguaje comprensible para quienes le rodean (afasia de predominio motor).

    Otras veces los problemas son más específicos y la persona no es capaz de nombrar objetos cotidianos (anomia) Los trastornos del lenguaje no suelen presentarse aislados, si no que lo hacen asociados. En algunos casos predominan los problemas de comprensión y en otros los de expresión.

  • Problemas de control motor

    Las lesiones en las regiones frontales y parietales de los hemisferios cerebrales, así como las lesiones en el tronco cerebral, suelen provocar debilidad en la parte del cuerpo contraria a la del hemisferio cerebral lesionado. Así, son frecuentes las hemiplejias (parálisis de la mitad del cuerpo) y las hemiparesias (pérdida de fuerza y destreza en la mitad del cuerpo).

  • Problemas en las emociones y en la personalidad

    No es raro que, tras un traumatismo o un ictus, la persona afectada presente inestabilidad de las emociones, depresión o pérdida de control sobre la expresión del llanto o la risa. En casos de ictus es especialmente frecuente la aparición de un síndrome depresivo.

    Dentro de los trastornos de personalidad destacan dos prototipos, el desinhibido y el apático. En el tipo desinhibido se observa una incapacidad para frenar los impulsos; la persona no es capaz de reservarse para si lo que piensa, es excesivamente familiar con los que le rodean, se comporta de modo invasivo y puede exhibir conductas socialmente inadecuadas. En las personas que presentan apatía domina la opuesto y en la falta de motivación, la indiferencia emocional y la tendencia a la más absoluta inactividad. La persona permanece callada y generalmente quieta mientras no se le estimula. Es consciente, pero indiferente a lo que le rodea. Habitualmente asociados a estos trastornos de la personalidad pueden aparecer problemas de conducta, tales como la agresividad, que hacen que la reintegración del paciente al entorno sociofamiliar se vea comprometida.

  • Problemas en las actividades básicas de la vida diaria

    El concepto de actividades de la vida diaria no hace referencia a las funciones dependientes de una parte concreta del cerebro. Es el nombre con el que se agrupan las actividades más comunes que realizamos las personas diariamente. Se diferencian dos niveles de complejidad, las actividades básicas de la vida diaria y las actividades instrumentales. Dentro de las básicas se incluyen el aseo, el vestido, el control de esfínteres y los desplazamientos, por citar las más importantes. Las instrumentales hacen referencia al manejo de la persona en la comunidad; el uso del transporte público, los bancos, la realización de compras o gestiones administrativas, el desempeño laboral son algunos ejemplos.

    La autonomía en las actividades de la vida diaria la conseguimos las personas mediante el concurso simultáneo de todas las capacidades que se han descrito con anterioridad: alerta, percepción, cognición, movilidad, etc. Se trata de un concepto esencial tanto en rehabilitación como en atención social ya que gran parte de los objetivos de los equipos de intervención se sitúan a este nivel. Es más importante progresar en independencia en la realización de las actividades de la vida diaria, que conseguir demostrar progresos en procesos muy concretos que pueden no verse acompañados de incrementos en la autonomía. Es por ello que gran parte de las medidas de resultado a utilizar en estos ámbitos asistenciales hayan de centrarse en cuestiones de funcionalidad, es decir, de desempeño de las actividades de la vida diaria.

  • Problemas en la recepción de la información

    Hacemos referencia aquí a los diversos canales por los que los humanos recibimos información. Se incluyen los canales sensoriales (vista, oído, equilibrio, olfato, gusto, propiocepción) y los sensitivos (tacto).

    La capacidad visual puede estar afectada por lesión a nivel de la corteza cerebral parieto-occipital, en algún nivel de las vías de transmisión óptica o en las fibras nerviosas que controlan la motilidad de los ojos. Las lesiones de la corteza parieto-occipital trastorno del campo visual ( hemi o cuadrantanopsia ) o trastorno de la convergencia visual ( diplopia) En los trastornos del campo visual, el afectado pierde la capacidad de percibir estímulos visuales procedentes de la parte del espacio contralateral al hemisferio donde tiene localizada la lesión. Se denominan hemianopsias cuando es la mitad del campo visual la que se ve afectada. Cuando se afecta un cuadrante reciben el nombre de cuadrantanopsias, inferior o superior en función de la región afectada. En los problemas de convergencia el problema más común es la visión doble.

    Es habitual en los TCE con lesiones localizadas en la región más ventral de los lóbulos frontales que pierdan el olfato, lo que se denomina hiposmia o anosmia en función del grado de severidad del síntoma. El olfato está íntimamente relacionado con la capacidad de percibir los sabores con lo que frecuentemente estas personas refieren que la comida carece de gusto (ageusia).

    La audición se ve afectada fundamentalmente en los TCE con lesiones en la región temporal, especialmente aquellos que cursan con fractura de la escama del hueso temporal donde se aloja el órgano de cortí (oído interno) responsable último y principal del sentido del oído. El sentido del equilibrio depende en gran medida de estructuras íntimamente relacionadas con el oído interno, por lo que esas mismas lesiones pueden afectar a esa importante función.

    El tacto permite notar que nos tocan o acarician, identifica el dolor, discrimina el calor o el frío e incluso permite percibir la forma de los objetos, su textura y consistencia. Está relacionada con la propiocepción o posibilidad de sentir las diferentes partes del cuerpo y su posición en el espacio. Las lesiones localizadas en la región parietal de los hemisferios cerebrales condicionan frecuentemente trastornos de la sensibilidad simple o elaborada de la región contralateral del cuerpo.

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Documento publicado por FEDACE.